MANUEL ZALDÍVAR ROMERO / JOSE MARÍA GAVIRA VALLEJO
El planeta ha padecido muchas pandemias de cólera, las más recientes de las cuales han sido bien estudiadas por los historiadores. En España, durante el siglo XIX, se declararon al menos las de 1833-34, 1853-56 (especialmente en 1855), 1865 y 1885. Se ha calculado que entre las cuatro murieron casi 800.000 personas.
La de 1855 fue muy devastadora, pues acabó con la vida de unas 236.000 almas. Según el mapa que elaboró el epidemiólogo Nicasio Landa en 1861, la provincia de Cádiz resultó de las menos afectadas en conjunto, lo que no significa que todas sus poblaciones se libraran de la plaga.
De hecho, en Ubrique esta peste azotó con tal virulencia que aún no se han extinguido sus ecos en la historia local. 160 años más tarde se sigue sacando a la calle el 8 de septiembre la imagen de la Virgen de los Remedios como lo hicieron los ubriqueños para impetrar sus auxilios tal día de 1855, que fue la jornada de mayor mortandad registrada. Según explicó Fray Sebastián en suHistoria de la Villa de Ubrique, “hizo voto el pueblo con sus dos cabildos, el eclesiástico y el secular, de hacerle [a la Virgen] todos los años una función exactamente igual a la del 8 de septiembre, con sermón y procesión, si los libraba de la epidemia”.
Rastreando en las actas de defunciones del Archivo Diocesano de Jerez se puede entender un poco mejor lo que supuso el cólera de 1855 para Ubrique. El pueblo contaba entonces con alrededor de 5.000 habitantes y la tasa de defunción estaba en unas 85 personas por año. Sin embargo, en 1855 hubo 226 fallecimientos, de lo que se deduce que muy probablemente el cólera mató a casi centenar y medio de personas, todas durante los meses de verano. Más abajo ofrecemos una lista de 110 víctimas, correspondientes a aquellas actas de defunción que hemos encontrado en las que se especifica la causa de la muerte. Son unas 60 mujeres y 50 varones. La incidencia en menores de 20 años fue de solo el 15%, lo que demuestra la mayor resistencia de este segmento de la pirámide poblacional.
Hemos incluido algunos casos de muerte por “tabardillo” porque presumiblemente se debieron también al cólera. Según el diccionario de la RAE, una de las acepciones de tabardillo es “tifus abdominal”, es decir, fiebre tifoidea, cuyos síntomas son parecidos a los del cólera, aunque este último apenas produce fiebre.
Hoy día el cólera no es ni mucho menos tan mortífero como cuando no se conocían sus causas ni, por tanto, se aplicaban las medidas profilácticas adecuadas. Lo que suele llevar a la muerte a los pacientes es la fuerte deshidratación debida a las copiosas diarreas de “agua de arroz” y los vómitos provocados por la potente enterotoxina que libera la bacteria Vibrio cholerae. Por eso, con solo una correcta terapia de rehidratación y reposición de sales (bicarbonato, sodio y potasio) la tasa de mortalidad puede descender espectacularmente: desde el 50% de los afectados al 0,2 (es decir, desde 250 por cada 500 enfermos a solo 1). Si además se emplean antibióticos, la duración del cuadro se puede reducir a la mitad.
Pero, claro, en 1855 nada de esto se sabía. Por entonces la teoría prevalente sobre el origen de la enfermedad era la miasmática, según la cual el mal lo producían los miasmas o emanaciones fétidas de suelos y aguas impuras. Habría que esperar casi tres décadas para que el microbiólogo alemán Robert Kochpudiera demostrar que no era una cuestión de oler, sino de beber aguas que contenían el bacilo (Koch también halló el de la tuberculosis y otros, méritos por los que recibió el Nobel de Medicina en 1905).
No obstante, desde 1854 se disponía de una prueba clara de que el problema derivaba del consumo de agua contaminada por materias fecales. Fue cuando el inglés John Snow, aplicando métodos estadísticos, pudo determinar que la infección de Londres la estaba produciendo el consumo de agua de un pozo concreto de la ciudad. Al parecer, posteriormente se averiguó que a este pozo, situado en la calle Broad, habían llegado bacterias de las heces de un bebe enfermo, cuyos pañales habían sido arrojados a un pozo ciego próximo.
Estas noticias no llegaron a tiempo a las instituciones médicas españolas, a juzgar por la publicación en 1854 de un folleto de 14 páginas con Instrucciones relativas al cólera morbo dirigidas por la Academia de Medicina y Cirugía de Cádiz y su Provincia a los habitantes de ella y adoptadas por la Comisión Facultativa de la Junta Provincial de Sanidad de la misma. Los científicos apelaban a la confianza de la gente en la ciencia y no en la superchería:
Sobre lo primero que quiere la Academia llamar la atención del pueblo, es acerca de la necesidad en que está de convencerse de que el Cólera es una enfermedad que hoy se combate por la ciencia médica muy ventajosamente. Todo aquel que guarde los preceptos higiénicos que vamos a aconsejar, todo el que no dé crédito a la ignorancia, charlatanería o mala fe, que recomiendan o específicos inútiles que hacen perder un tiempo precioso y descuidar el régimen apropiado, o maniobras imprudentes (…), todo aquel, repetimos, que oiga la voz de la razón y de la experiencia que los profesores todos tienen ya de una epidemia estudiada en sus diferentes faces [sic], se verá exento del mal, o si le ataca, cortará en su principio los funestos resultados…
Pero las medidas que se recomendaban, aunque muy adecuadas con fines de higiene general, solo en muy escaso grado podrían paliar la propagación de la peste:
evitar las pasiones de ánimo, distraerse y no tener demasiada aprensión ni miedo de contraer la enfermedad, respirar un aire puro, no exponerse al aire frio y húmedo estando acalorado o sudoso, no habitar cuartos bajos y húmedos, ser moderado en comida y bebida, no comer vegetales crudos y acuosos, ni frutas inmaturas o muy ácidas, no abusar de bebidas calientes, ni beber agua fría cuando se está acalorado, no abusar del aguardiente ni otros licores, y solo el que lo tenga de costumbre beberá un poco de vino a la comida, estar bien abrigado, tanto de día como en la cama, no trabajar al sol en las horas de su mayor fuerza, dormir lo suficiente y procurar no fatigarse, ni cansarse demasiado con el trabajo, y por último, abstenerse moderadamente de la venus.
La “venus” era el sexo. Solo una medida específica dada por los médicos podría tener un efecto benéfico, pero también podría ser contraproducente si no se llevaba bien a la práctica:
es preciso sacar por la mañana los orinales, servicios, zaleas o colchones de niños y todo lo que pueda contener residuos excrementícios, con el fin de limpiar los unos a la mayor brevedad y de poner los otros al aire libre para que los miasmas impuros que exhalan no puedan alterar la salud. […] No solo debe cuidarse de purificar el aire de los dormitorios, sino el de todas las habitaciones de las casas; así es que habrá de tenerse una vigilancia especial en no dejar destapadas las letrinas y los sumideros, vaciando con prontitud las aguas sucias y sacando lodos los días de las casas la basura, principalmente los desperdicios de pescado, los vegetales medio podridos, etc.., para que los recojan los encargados del apero que por las mañanas van con sus carros por las calles de la ciudad. Deberá favorecerse la corriente de los excrementos y de las aguas sucias, echando cubos de agua de pozo por los dichos conductos varias veces al día.
Estas normas son adecuadas siempre que se practiquen bien, ya que si los excrementos contaminados y vómitos se vierten donde no se debe y se riegan, el agua se puede filtrar y contaminar las fuentes. Pero de ese factor, la contaminación del agua, que es la principal causa de transmisión del cólera, las Instruccionesmédicas no decían absolutamente nada. Por ello, en el supuesto de que estas recomendaciones de la Academia de Medicina hubieran llegado a Ubrique, no habrían servido de mucho porque no prescribían (por desconocimiento científico) la más efectiva de todas las profilaxis: consumir el agua de manantiales limpios del campo, ya que la proliferación del cólera está asociada al urbanismo.
La mayoría de las pandemias de cólera se han originado en regiones asiáticas. La que nos ocupa surgió en 1852 en la India, pasó a Persia y Mesopotamia y dos años más tarde ya estaba en Europa, quizá vehiculada por las tropas francesas de la Guerra de Crimea. A España el vibrión colérico llegó en barcos, concretamente por Vigo (1853) y Barcelona (1854). La transmisión no se producía por el contacto personal, sino por la polución de aguas potables con restos fecales de los infectados y el consumo de alimentos contaminados. Los desplazamientos geográficos de los portadores explican la difusión del cólera, que en 1855 afectó a todo el país en mayor o menor grado.
El cólera en Ubrique: verano de 1855
En Ubrique unos barrios recibieron más castigo que otros, como se puede deducir de la tabla de la derecha, en la que se recuentan los 110 casos que hemos encontrado distribuidos por calles. La epidemia parece que comenzó a finales de junio, si bien las primeras muertes (30 de junio, 2 de julio y 24 de julio) se achacaron al tabardillo, bien por confundirse el cuadro clínico o, más probablemente, por resistirse las autoridades a admitir que al pueblo había llegado la temida pandemia. Incluso es verosímil que por esta razón en las primeras actas de defunción no se consignara una causa relacionada con el cólera. (DiceFray Sebastián al respecto: “aunque al principio se quisieron ocultar los estragos que hacia la epidemia, llegó un momento en que ya no se pudo más”).
Las dos calles más afectadas fueron la de la Torre y la deSan Sebastián, la primera en la parte más alta del pueblo, y la segunda, de las más próximas al río en aquella época. Pero el foco probablemente estuvo en la alta, ya que, como se puede comprobar en la lista que damos al final, de los 7 primeros casos registrados, cinco se localizan en la Torre y aledañas (Ronda, Caracol, Perdón), y solo uno en la de San Sebastián. Por el contrario, las defunciones en esta última se acumulan más bien al final del periodo epidémico, como si las fuentes o pozos a más baja cota se hubiesen contaminado por gravedad a partir de las más altas.
El 24 de julio el Ayuntamiento asumía oficialmente que la peste había llegado al pueblo al tratarse en una reunión una sugerencia hecha por la Junta Municipal de Sanidad el día 18 de que, en vista de que no existía presupuesto corriente para el “socorro de los pobres caso de que este pueblo sea invadido del cólera morvo[sic]”, se adicionaran 10.000 reales al presupuesto, pidiéndose autorización para ello a la Diputación en la confianza de que el organismo provincial accedería a esta solicitud por estar plenamente justificada. De este monto, según Fray Sebastián, se entregarían 4.000 a la Junta de Sanidad. En algún momento se pidió también a la Diputación que enviara asistencia facultativa, la cual llegó en la persona del bachiller de medicina y cirugía Quintín Meynet.
En agosto la epidemia había sentado sus reales en la localidad. En ese mes tenemos registrados 19 muertes, aunque el número de “invadidos” (que es como se llamaba en la época a los afectados) sería del cuádruple o más, a juzgar por las estadísticas del cólera de Jerez del año anterior. Pero la máxima gravedad se alcanzó la segunda semana de septiembre, siendo el punto álgido el día 8. En esa jornada murieron al menos 10 personas. El pueblo estaría aterrorizado. Al no saber cómo tratar la enfermedad se practicaban brutales sangrías, lavativas emolientes y mucilaginosas… Pero los enfermos no mejoraban. Según Fray Sebastián, se hicieron fumigaciones, se distribuyeron socorros y medicinas y se cavaron zanjas para enterrar a las fallecidos. Pero la epidemia no remitía. Así que se recurrió al último remedio: la Virgen así llamada. Fray Sebastián describe de este modo la situación en su Historia de la Villa de Ubrique:
Había en aquel día 33 atacados, casi todos mortales. Era la despoblación de todo Ubrique. Locos de terror, cogieron a Ntra. Sra. de los Remedios y, en medio de un imponente silencio y con los ojos anegados en lágrimas, la pasearon en procesión por los sitios en donde eran más terribles los estragos del cólera. Oíase a su paso la angustia del que se arrojaba del lecho para pedirle la vida, el griterío de duelo de la casa en que un atacado acababa de morir y las súplicas angustiosas de todos pidiendo misericordia. Especialmente era más grande la mortandad en los barrios altos de la calle de la Torre. En aquella función y procesión hizo voto el pueblo con sus dos cabildos. el eclesiástico y el secular, de hacerle todos los años una función exactamente igual a la del 8 de septiembre, con sermón y procesión, si los libraba de la epidemia. Fue servida la celestial Señora de hacer el estupendo milagro de que cesase desde aquel momento el cólera.
Al cumplirse un siglo de los sucesos (1955), el erudito Francisco García Parra, amigo de Fray Sebastián, escribió esto en un opúsculo dedicado a las tradiciones religiosas de Ubrique:
¡Cuántas veces de nuestros ojos, húmedos aún por lágrimas de amargura, brotaron lágrimas de júbilo por haber alcanzado el favor que le pedíamos! Así ocurrió el año 1855, cuando este pueblo, azotado por terrible epidemia de cólera que causaba horrorosos estragos en nuestros hogares, fue sacada en procesión la imagen de la Virgen por los barrios más atacados de la peste, cesando esta desde aquel día en que dejó de sembrar el luto y la aflicción en nuestras familias.
La verdad histórica y científica
En realidad, las cosas no fueron exactamente así. El día 8 fue, efectivamente, el peor de todos, pero aún quedaba por llegar lo peor, pues faltaba por sucumbir el 60% del censo total de fallecidos. Como mostramos en la tabla de más abajo, el día 9 murieron al menos 7 personas, el 10, 3; el 11, 4; el 12, 6. La epidemia fue remitiendo, pero todavía en los tres días del 21 al 23 de septiembre se llevó por delante al menos a 13 “invadidos” y no dejaron de lamentarse pérdidas prácticamente todos los días hasta el final del mes. Fue a partir del 1 de octubre cuando la epidemia cayó en picado, registrándose los dos últimos decesos el 14 de octubre.
Se puede afirmar que la una gran parte de las víctimas mortales (quizá la mayor parte) contrajo el cólera después de hacerse las rogativas y procesión a la Virgen de los Remedios. Se deduce esto porque, como hemos dicho, el 60% de los fallecidos murió a partir del día 9 y porque se sabe que la bacteria tiene un periodo de incubación sumamente corto, produciéndose los niveles suficientes de enterotoxina que desencadenan la fuerte diarrea y vómitos a las pocas horas a partir del momento en que los vibriones entran en el organismo..
El día 18 de septiembre el Ayuntamiento dio su visto bueno a la retirada del facultativo enviado por el gobernador civil al considerar que había disminuido significativamente la virulencia de la epidemia (opinión bastante optimista, pues aún morirían al menos 32 personas, el 30% del total final) y, sobre todo, que los médicos locales estaban “buenos de sus padecimientos”, de lo que se deduce que también se infectaron. Reproducimos la parte referida a la epidemia contenida en el acta de la reunión del Ayuntamiento de ese día que se conserva en el Archivo Histórico Municipal de Ubrique (entre barras, palabras dudosas por no verse o entenderse en la copia de que disponemos):
Se dio cuenta de un oficio que dirige a este Ayuntamiento la Junta municipal de Sanidad con fecha de hoy manifestándole que habiendo cedido en gran parte el cólera morbo en esta población y hallándose buenos de sus padecimientos los médicos cirujanos titulares de la /villa/ y por tanto en actitud de prestar a los enfermos los auxilios que les reclamen, considera dicha Junta podrá retirarse el Bachiller en Medicina y Cirugía Don Quintín Meynet, enviado que fue por el Excmo. Gobernador /Civil/ de la provincia para la asistencia de los coléricos en la /medida?/ en que aquellos estaban enfermos si bien se /le?/ paga a dicho bachiller las dietas, gastos de viajes y /?/ que expresa S. E. en oficio del cuatro: expresando /la/ Junta quedaba satisfecha de los servicios prestados por el Meynet y su eficacia en la asistencia, de /todo?/ lo cual enterado el Ayuntamiento considerando dadas las razones expuestas por la Junta de Sanidad y teniendo a la vista el oficio de S. E. de cuatro del actual acordó pueda retirarse dicho bachiller abonándole sus dietas y demás gastos por los fondos puestos a disposición de la Junta, importando aquellos dos mil cuarenta y nueve reales de vellón, y si bien tanto la Junta municipal de Sanidad como este Ayuntamiento aprecian en lo que valen los servicios prestados por el mencionado Bachiller y su esmerado celo en acudir a prestar los auxilios de la ciencia donde ha sido llamado, el estado de los cortos fondos con que cuenta la municipalidad no ha permitido hacer otros desembolsos a favor de dicho individuo que lo antes expresado, participándose esta /medida?/ al Excmo. Sr. Gobernador Civil de la provincia para su conocimiento y efectos consiguientes.
A Quintín Meynet y Rives lo encontramos pocos años más tarde (1861) como segundo médico de sanidad de la Armada Española en una campaña contra piratas musulmanes en el mar de Joló (Filipinas) dirigida por Casto Méndez Núñez, que llegó a ser un famoso contraalmirante. Por la actuación de Meynet en el “asalto y destrucción de la Cotta de Pagalugán en la isla de Mindanao”, el Rey le otorgó en 1862 un reconocimiento con “significación al Ministerio de Estado para la cruz sencilla de Carlos III”, según publicó La Gaceta de Madrid el 6 de abril. Los méritos militares de Meynet y otros facultativos los recordaría el periódico La Esperanza del 22 de mayo de 1872 cifrándolos en “la curación de los heridos (…), pues a pesar del gran número de aquellos, cuatro horas después de terminado el combate habían concluido de hacer las primeras curas”. En 1878 se le nombró comendador de la Orden de Carlos III.
Estuvo vinculado a Filipinas probablemente desde entonces hasta el final de su vida. En 1863 era concejal de Manila encargado de la Real Lotería. En 1879 era directivo del Banco Español Filipino. Integró el primer cuerpo de profesores de laFacultad de Medicina de la Universidad de Santo Tomás, en Manila, fundada en 1871, y fue director del hospital donde se impartían los cursos, el de San Juan de Dios. Daba clases de Patología Quirúrgica con todas sus técnicas yOftalmología y contó entre sus alumnos, al menos en el curso 1881-82, con el gran escritor, médico y héroe nacional filipino José Rizal, quien, estando en Madrid en 1883, narra que encontró a su profesor en la calle de Atocha: “Según él hace 18 meses que faltó de Manila. Está como siempre”. En 1884 Meynet recibió la “Cruz de Epidemias”, que se concedía para premiar los servicios y méritos relevantes de carácter sanitario, o prestados con motivo de la asistencia a luchas sanitarias. Hay una referencia muy posterior a un Quintín Meynet que era doctor en Manila, por lo que probablemente volvería a la ex colonia española. Hoy día vive gente enFilipinas con este apellido, que es de origen francés. En España hay actualmente muy pocos Meynet; de ellos, dos tercios nacieron en la provincia de Cádiz.
El cólera: una enfermedad de verano que suele remitir en otoño
En resumen, en Ubrique murieron del cólera (que sepamos) una persona en junio, dos en julio, 19 en agosto, 81 en septiembre y siete en octubre. Esta cronología coincide con la de otras poblaciones. En Grazalema, los meses más virulentos fueron también septiembre y agosto, remitiendo la enfermedad cuando las condiciones climatológicas empezaron a dejar de ser propicias para la vida de los vibriones. En la provincia de Guipuzcoa la epidemia duró desde el 29 de junio (en Éibar) hasta el 16 de octubre (en Oria). En Navarra, la peste se declaró en febrero, pero no sería hasta la llegada de los meses del verano cuando se manifestara con toda su crudeza, comenzando a difuminarse sus efectos a primeros de septiembre (aunque en algunas poblaciones de la montaña se prolongaron hasta noviembre).En Asturias, el peor mes fue septiembre, seguido de octubre, aunque ya con solo la tercera parte de los casos. En Caravaca (Murcia), julio fue el mes álgido, seguido de agosto (un cuarto de los casos de julio); ya en septiembre y octubre prácticamente no quedaban rastros del cólera.En Monesterio (Badajoz), la epidemia se prolongó entre julio, agosto y septiembre, especialmente durante el mes central. En Santo Domingo de la Calzada azotó entre junio y septiembre. En Jerez la epidemia fuerte no se declaró en 1855, sino el año anterior, pero se desarrolló en un periodo parecido: entre septiembre y octubre. Y 30 años más tarde, Elda (Alicante) sufrió la peste de 1885 desde el 30 de junio al 18 de agosto.
Como se puede comprobar, estas infecciones cesan espontáneamente al final de los veranos porque las bacterias dejan de disfrutar de las condiciones de temperatura óptima para su multiplicación (que es 37º, cayendo significativamente el crecimiento por debajo de los 20 ºC) y quizá también porque las primeras lluvias otoñales disminuyen la concentración de vibriones, limpian las fuentes de agua potable y, tal vez, bajan el pH (el valor más favorable para estas bacterias está entre 7 y 8; el pH de la lluvia es de 5,6 aproximadamente). Esto no quiere decir que no se pueda producir cólera en los meses de invierno, sino que es menos probable o su incidencia es menor.
Fray Sebastián dice en su libro que “no es para descrita la impresión que este favor insigne dejó en el ánimo del pueblo. Durante largos años duró el recuerdo terrorífico del cólera y del milagro”. Y acto seguido hace una disquisición sobre la obligación moral del pueblo y económica del Ayuntamiento de cumplir el voto perpetuamente:
Es inexplicable que este voto no haya sido perpetuado por un documento, ni en las Actas capitulares ni en el cabildo eclesiástico, Solo se ha conservado por tradición, fácil de comprobar, por tratarse de un hecho reciente. Este voto ha sido guardado con fidelidad inviolable por el clero y el pueblo sano de Ubrique hasta nuestros días. No así por el Ayuntamiento corporativamente, que en los últimos años ha retirado su subvención y su asistencia, como corporación representativa de la villa, y por esto vamos a establecer la verdadera doctrina para que no la ignoren las generaciones venideras.
Un voto solemne y público, hecho por el cabildo eclesiástico y el cabildo secular es un acto gravísimo, sellado por juramento, que obliga en conciencia a los que lo hacen. Se obligan ante la Santísima Virgen de los Remedios a cumplir lo prometido, a condición de que se haga el milagro. Una vez hecho, no puede violarse, sin cometer perjurio. Es el violarlo una ofensa gravísima a Dios y a la Virgen de los Remedios, la cual por su parte queda desobligada de proteger a los que lo violan. Se impone. pues, la asistencia corporativa a la función y a la procesión, y, al negarse a ello, los responsables tienen que esperar a pie quieto la ira de Dios. “Mejor –dice el Espíritu Santo– es no hacer voto, que después de hecho no cumplirlo”. No vale el decir que asisten particularmente. El voto está hecho por el pueblo, como entidad moral y jurídica, y no por particulares. No es un voto privado. es un voto público, y como tal debe inviolablemente guardarse a perpetuidad.
Como dijimos más arriba, según Fray Sebastián el presunto milagro sucedió el 8 de septiembre de 1855, que fue sábado. Es el día que la iglesia católica consagra a la Natividad de María y que muchos pueblos dedican a honrar a sus advocaciones marianas. Pero Francisco García Parra escribió en 1955: “Fue entonces cuando el pueblo, con las autoridades al frente, hizo voto solemne de conmemorar anualmente ese día, primer domingo después de su Natividad, con una función religiosa, un Te-Deum en acción de gracias y la procesión con la Santísima Virgen por las mismas calles de entonces, cuyo voto no ha dejado de cumplirse hasta hoy”. Esto suscita la duda de si la procesión del año 1855 fue realmente el día 8 (sábado) o el 9, que fue ese año el primer domingo después de la Natividad de la Virgen. (García Parra refiere en su opúsculo que en 1936 el voto se rememoró el 13 de septiembre, que efectivamente fue el primer domingo tras el día 8, y que en aquella ocasión se aprovechó también para dar las “gracias por la liberación del pueblo por las tropas nacionales el día 27 de julio último, atribuida a la mediación de la Santísima Virgen por habernos encomendado a Ella”). Actualmente, el día 8 hay una procesión y el domingo siguiente se celebra otra con motivo del voto.
Litografía de la Virgen de los Remedios, del siglo XIX, tomada de la Historia de la Villa de Ubrique, de Fray Sebastián
Relación de fallecidos por el cólera en Ubrique en 1855 según consta en actas de defunciones del Archivo Diocesano de Jerez
Día |
Nombre |
Calle |
Edad |
Causa |
30 de junio | Catalina Nieto Pan | Perdón | 30 | Tabardillo |
2 de julio | María Carvallo Márquez | Cárcel | 38 | Tabardillo |
24 de julio | Diego Pardeza Ortega | Torre | 14 | Tabardillo |
Agosto | Francisco Esquivel Morales | San Sebastián | 70 | Tabardillo |
6 de agosto | Gaspar Gago Sánchez | Ronda | 4 | Tabardillo |
9 de agosto | Juan Carrasco | Torre | 72 | Tabardillo |
21 de agosto | Juan Zaldívar López | Caracol | 50 | Tabardillo |
Agosto | María Reyes Carretero | Torre | 23 | Cólera |
Agosto | Isabel Lozano | Saúcos | 18 | Cólera |
Agosto | Celestino de Toro Orellana | Torre | 16 | Cólera |
Agosto | José Zapata Vallejo | Caracol | 70 | Cólera |
Agosto | Sebastiana Moreno del Canto | Higueral | 20 | Cólera |
Agosto | José Díaz Guerrero | ? | 14 | Cólera |
Agosto | María Bohórquez Clavijo | Ronda | 17 | Cólera |
Agosto | José Romero Blanco | Perdón | 78 | Cólera |
Agosto | Josefa López Vázquez | Cárcel | 70 | Cólera |
Agosto | Martín de Soto Aragón | Agua | 26 | Cólera |
Agosto | María Guerrero Rubiales | Higueral | 50 | Cólera |
Agosto | Isabel Torralvo Jaén | Higueral | 26 | Cólera |
Agosto | Rafaela Sánchez Borrego | Torre | 40 | Cólera morbo |
Agosto | Francisca Luna Romero | Toledo | 11 | Cólera morbo |
Agosto | Isabel Naranjo López | Ronda | 35 | Cólera morbo |
Septiembre | Ana González | Madera | 70 | Cólera |
Septiembre | José Domínguez | Madera | ? | Cólera |
Septiembre | Federico Parra Ruiz | Nacimiento | 15 | Cólera |
Septiembre | Isabel Vegazo Gómez | Techada | 22 | Cólera |
Septiembre | Miguel Torrejón Morales | Perdón | 81 | Cólera |
Septiembre | Francisca Rodríguez Rojas | Ronda | 37 | Cólera |
Septiembre | Ana Mª Tamargo Álvarez | Torre | 70 | Cólera |
Septiembre | Ana Ortega | ? | ? | Cólera morbo |
6 de septbre. | Sebastiana Jaén | Torre | 30 | Cólera morbo |
6 de septbre. | María Jaén Corrales | Puente | 84 | Cólera morbo |
6 de septbre. | María López | Ronda | 60 | Cólera morbo |
7 de septbre. | María Gómez Moreno | Higueral | 50 | Cólera |
7 de septbre. | María Pérez Zarcos | Rosario | 56 | Cólera |
7 de septbre. | Antonia Piña Flores | Nueva | 26 | Cólera |
8 de septbre. | Cristóbal Bohórquez Gálvez | San Sebastián | 63 | Cólera |
8 de septbre. | María Mena Mancilla | Nueva | 60 | Cólera |
8 de septbre. | Antonio Chamorro Vinagre | San Gregorio | 18 | Cólera |
8 de septbre. | María Giménez Vegazo | Nueva | 40 | Cólera |
8 de septbre. | Blas García Morilla | Nueva | 64 | Cólera |
8 de septbre. | Cristóbal Rojas Hidalgo | Agua | 36 | Cólera |
8 de septbre. | Antonio Montero Guerrero | Perdón | 30 | Cólera |
8 de septbre. | José Peña López | Torre | 11 | Cólera |
8 de septbre. | Rafael Blanco Barea | Morales | 60 | Cólera |
8 de septbre. | Pedro Jaén Cordón | Toledo | 11 | Tabardillo |
9 de septbre. | Micaela Borrego Gálvez | Perdón | 60 | Cólera |
9 de septbre. | Rosa Machuca Padilla | San Sebastián | 44 | Cólera |
9 de septbre. | Francisca Naranjo López | Peral | 30 | Cólera |
9 de septbre. | José Fernández Moreno | Toledo | 24 | Cólera |
9 de septbre. | Cayetano Pizano Sánchez | Puente | 40 | Cólera morbo |
9 de septbre. | Francisca Solano | San Sebastián | 17 | Cólera |
9 de septbre. | Antonio Fernández Rosa | Cantarranas | 14 | Cólera |
10 de septbre. | Felisa Jaén Torrejón | Toledo | 30 | Cólera |
10 de septbre. | Cristóbal Pernal Morales | Perdón | 30 | Cólera |
10 de septbre. | Gertrudis Rodríguez Benítez | Agua | 64 | Cólera |
11 de septbre. | María Reguera Jaén | San Sebastián | 21 | Cólera |
11 de septbre. | María Vega Carrasco | Nueva | 70 | Cólera |
11 de septbre. | Francisco Arenas Infante | Rosario | 40 | Cólera morbo |
11 de septbre. | Francisco Pardeza | Fuentezuela | ? | Cólera |
12 de septbre. | María Romero Corrales | San Sebastián | 30 | Cólera |
12 de septbre. | Rosa Lozano Guerrero | Perdón | 70 | Cólera |
12 de septbre. | Ana Moreno Vallejo | Caracol | 68 | Cólera |
12 de septbre. | Isabel Romero Gómez | Higueral | 26 | Cólera |
12 de septbre. | María Frías Romero | Venta La Albuera | 15 | Cólera |
12 de septbre. | Francisco de la Calle Carrasco | San Sebastián | 34 | Cólera |
13 de septbre. | Juana Montes Borrego | San Sebastián | 70 | Cólera |
13 de septbre. | Manuel Reyes González | Nueva | 45 | Cólera |
14 de septbre. | Isabel Rodríguez Bermejo | Morales | 26 | Cólera |
14 de septbre. | Juan Borrego Zapata | San Martín | 66 | Cólera |
14 de septbre. | María Carpio Guerrero | Saucos | 10 | Cólera |
15 de septbre. | Francisca Cabello | Perdón | ? | Cólera |
15 de septbre. | Manuel Borrego Castro | Cantarranas | 22 | Cólera |
15 de septbre. | José Vallecillo Robles | Solanos | 50 | Cólera |
16 de septbre. | Antonio Valle Zorrilla | Morales | 30 | Cólera |
17 de septbre. | Manuel García Vegazo | Toledo | 22 | Tabardillo |
17 de septbre. | María Valle Carretero | Torre | 38 | Cólera |
18 de septbre. | Mariano de Torres Ortega | Agua | 30 | Cólera |
19 de septbre. | Isabel Ortega Jaén | Torre | 42 | Cólera |
19 de septbre. | Juan Angulo Vallejo | Solanos | 36 | Cólera |
19 de septbre. | María Dolores Aragón Morales | San Sebastián | 70 | Cólera |
20 de septbre. | Miguel Panal del Pozo | Real | 38 | Cólera |
20 de septbre. | Mateo Rincón Sánchez | Cárcel | 53 | Cólera |
20 de septbre. | Isabel Domínguez Cantalejo | Solanos | 83 | Cólera |
21 de septbre. | María Morales Esquivel | Morales | 50 | Cólera |
21 de septbre. | María Muñoz Vegazo | San Sebastián | 60 | Cólera |
21 de septbre. | Josefa Rodríguez Jaén | San Martín | 65 | Cólera |
21 de septbre. | Antonio Romero Morales | Morales | 50 | Cólera |
21 de septbre. | Gertrudis Romero Aragón | Cantarranas | 40 | Cólera |
22 de septbre. | Pedro Rubiales Benítez | Cantarranas | 17 | Cólera |
22 de septbre. | Francisca Regordán Corrales | Higueral | 70 | Cólera |
22 de septbre. | Antonio López Pardeza | Tragamasa | 70 | Tabardillo |
23 de septbre. | Pedro Gómez Jaén | San Sebastián | 30 | Cólera morbo |
23 de septbre. | Miguel de Mena Díaz | Nueva | ? | Tabardillo |
23 de septbre. | Francisca Cañamaque Rubiales | Nueva | 40 | Cólera morbo |
23 de septbre. | Ana Gómez Romero | Morales | 65 | Cólera morbo |
23 de septbre. | Catalina Cordón Vega | Toledo | 60 | Cólera morbo |
24 de septbre. | Juan Gómez Bazán | Solanos | 40 | Cólera morbo |
25 de septbre. | Isabel Romero Morales | Toledo | 50 | Cólera morbo |
25 de septbre. | Francisca, hija expósita | Agua | 12 | Cólera morbo |
27 de septbre. | Pedro Morales Fernández | Nacimiento | 60 | Cólera morbo |
29 de septbre. | Isabel Carrasco Romero | Peral | ? | Cólera morbo |
30 de septbre. | Sebastián Domínguez Portillo | Cárcel | 24 | Cólera morbo |
1 de octubre | Juan Morales Reguera | Prim | 70 | Cólera morbo |
1 de octubre | Francisco Sánchez López | Venta La Albuera | 46 | Cólera morbo |
10 de octubre | Ana García Moreno | ? | 74 | Tabardillo |
11 de octubre | Isabel Borrego | Higueral | 40 | Cólera morbo |
11 de octubre | María Barea | Palma | 60 | Cólera morbo |
14 de octubre | Ana Soto Carrasco | Torre | 60 | Tabardillo |
14 de octubre | María Bohórquez Gómez | Perdón | 40 | Cólera morbo |
Publicado en Historias del mediodía
Excelente trabajo.
Enhorabuena por este excelente trabajo.
Gracias a ambos, por poner negro sobre blanco, un pasaje de nuestra historia, conocida por transmisión oral y que en estos días, nos hace rememorar una época otrora negra y apesadumbrosa, que se superó gracias a la aplicación de remedios científicos. Lo mismo que esta, la gestión lógica y responsable, será la única que nos hará superar esta pandemia.